6/27/2013

"Soy lo que me han hecho"

-¿Que por qué hago lo que hago? -preguntó la chica, repitiendo la pregunta con pausa y no sin un rastro de sorna- Eso depende de quién quiera saberlo. Si me lo pregunta una persona acostumbrada al altruismo desinteresado pensará que, lejos de mis explicaciones sobre asuntos personales, en el fondo me muevo por una absoluta necesidad de hacer lo que creo que es mejor para todos... Pero si me lo pregunta una de esas personas que han tenido que ganarse palmo a palmo cada trocito de vida con su esfuerzo y sin ninguna ayuda, probablemente podría pensar que lo hago porque quiero y porque puedo, y que cualquier posible efecto a favor de los demás es algo colateral, banal e involuntario.

-¿Y acaso tendría razón alguno de ellos? -inquirió el chico, acostumbrado a sus improductivos rodeos- ¿O acaso es una divagación sobre uno y otro extremo, en la reflexión más banal, colateral e involuntaria que podría derivarse de un gesto de autocompasión o duda propia?

La chica le miró con dureza y aún esperó un poco antes de responer. Él no se achantó y continuó mirándola con cierta expresión que se movía entre lo burlesco y lo memo.


-Te burlas de mí -replicó ella pausadamente- y bien me está, porque al cabo, quien responde con preguntas complicadas a preguntas sencillas, como tú has dejado caer, se mueve entre lo más banal de lo banal para tratar de confundir y que parezca que no dice más que verdades cargadas de aplomo, lo que en general suele ser bervorrea barata y, de nuevo, banal... como todo al fin y al cabo -añadió con una voz afectada- cuando yo me despierto pensando por qué hago lo que hago, tras despertar de algún sueño que tras de sí solo deja lágrimas en los ojos, a menudo pienso que hago lo que hago porque soy como soy. Y lo único que soy es un monstruo. Respiro, como y bebo como una persona, y como tal me canso, hablo y necesito afecto, y tengo un par de piernas y un par de brazos, ¿Y qué? Hay entre los hombres monstruos más horribles que cualquier horripilancia extraña de las que vagan por los cenagales, y ellos, más parecidos y cercanos a nosotros, pueden cometer amenudo las peores dichas jamás pensadas, ¿Por qué? Probablemente porque les falte algo, aunque tenga dos brazos y dos piernas y una cabeza como nosotros. Probablemente les falte el sentido común o la empatía, o acaso la humanidad entera, no lo se. Lo que se es que, en lo que más se parecen a una persona normal, es que si les rajas la tripa sangran y se mueren. Yo no soy menos monstruo que ellos, porque es lo que me enseñaron a ser.

>>Cuando era pequeña, fui aprendiendo con el tiempo muchas cosas... A ignorar mis caprichos, a no sucumbir a las tentaciones, a ser calculadora e infalible , a mantenerme firme en mis objetivos... por banales que fuesen. Y lo que se aprende, si se aprende bien, con el tiempo se perfecciona y se automatiza. Y ¿Qué queda de un humano al que enseñas a inhibir todo lo que siente? pues exactamente eso... un autómata, uno de esos que se mueven entre las personas y si les rajas la tripa se sangran y se mueren como ellas, pero que no es capaz de sentir, ni tiene un sentido común como tal, sino, a lo más, uno propio distorsionado. Y entonces, cuando asumes cómo eres y en lo que te convierte ello, sólo entonces, piensas que quizá la dedicación casi absoluta a lo largo de la vida, el esfuerzo y el riesgo permanente, lo llevas a cabo únicamente por esa misma razón: No es porque sea una persona excepcional, sino porque soy una tremenda e inmensa monstruosidad.

El chico no la interrumpió. Se había quedado inmersa en sus propios pensamientos, se mordisqueaba insistentemente el labio inferior; sabía que aun le quedaba más por decir.

>>Y para colmo de males -continuó tras una pausa dubitativa- en cuanto a monstrosidades se refiere, una que no necesita ni siente, es probablemente la más banal de las banales.


Los Ecos de La Venganza
Carlos Garrido

6/09/2013

"Tu punto débil era saber que eras más rápida, más fuerte y más inteligente que yo. Diste por hecho que me habías rechazado porque eras más fuerte y más rápida, que me habías previsto porque eras más inteligente y que aquella batalla la habías tenido ganada desde el principio, porque eras simple y llanamente mejor que yo. Pero escucha, no es más fuerte el que tiene menos puntos débiles, lo es el que sabe cuidar aprovechar los suyos y encontrar el de los demás. Y al cabo,  ¿Me vas a ayudar o prefieres quedarte ahí tirada como un saco de coles? Tu vales más que unas miserables coles. Demuéstrame lo que vale la sangre del dragón, haz lo que no haría alguien más grande, más fuerte y sobre todo más inteligente que yo.

Muestra humildad, y ayúdame"

Los Ecos de la Venganza
(Adaptación)
Carlos Garrido