12/24/2013

Cocinitas para Dummies: Sandwitch "A la Agus"

Después del fantabuloso Sanwitch "A la Gabi", damos con esta otra opción, que se acerca peligrosamente a la comida "de bien" sin dejar sin embargo de ser un sandwtich.

El tiempo de preparación es ligeramente superior a los sandwitches habituales, ya que tendremos que preparar un sofrito además de dorar un poco el pan, pero en lo demás es exactamente tal y como cualquier otro sandwitch.

Ingredientes (para 2 sandwitches):


  • Una cebolleta (nunca he sido muy de esto, pero tras probarlo he de decir que es una gran idea)
  • Dos latitas de atún
  • Unos pocos tacos o tiras de jamón
  • Algo de queso para fundir (del que viene en "fideos", no espoloreado)
  • 4 Rebanadas de pan
  • Un chorrito de aceite de oliva.


Sin complicación de ningún tipo: troceamos la cebolleta en trozos muy pequeños y la echamos a la sartén con un poquito de aceite para que se dore. Cuando empice a estar ya haciéndose añadimos el atún, el jamón y el queso. Lo dejamos todo junto haciéndose en la sartén y cuando veamos que está suficientemente pasadito pasamos a dorar un poco los panes, aún vacíos para evitar que se desparrame el relleno.

Una vez que ya está todo doradito, pues se llenan los panes y ya se puede tomar. Ideal para esos días en los que no quieres sentir que solo cenas basura pero tampoco estás lo suficiente indignad@ contigo mism@ como para ponerte a hacer comida de verdad.

Un saludo y felices fiestas : )

12/04/2013

"¿Que qué te quiero decir con esto? Que la confianza es la clave "(I)

"Te contaré algo, enana. En una ocasión mi maestro me subió a lo alto del cobertizo del establo. La ventisca era horrible, una de las peores que recuerdo... Claro que casi todas las que recuerdo fueron horribles. Al menos, lo fueron al principio.

En cualquier caso, me subió ahí arriba, a mí, que debía tener por aquel entonces tu edad, y al mirar abajo le vi a él junto a un enorme montón de nieve. Me dijo que saltase, que él estaba ahí, que no me pasaría nada. Por supuesto yo tenía miedo, nunca me habían gustado las alturas, y con la granizada que estaba cayendo y el viento que soplaba me preocupaba caer fuera del montón, o incluso caerme del tejado antes de saltar. Se me agarrotó el cuerpo, las piernas no respondían, medio flexionadas, me castañeteaban los dientes y las palabras no querían salir de la boca. Pero él seguía ahí abajo, esperando a que saltase. Me tiré. No sería apropiado decir que salté, porque juntando todas mis fuerzas solo logré arrastrar los pies hasta acercarme lo suficiente al borde. Ahí simplemente me volví a quedar tiesa y me dejé caer. Recuerdo que la caída se me hizo eterna, grité, aunque probablemente él no pudo oírlo, pero todo salió bien. Caí sobre el montón. He de decir que pese a no hacerme daño el maldito montón estaba congelado, pero él me sacó de allí al instante. Antes de que pudiese darme cuenta estaba en una pila de agua caliente, ja, como una auténtica princesa. 

Ese día suspendió el resto de mi entrenamiento, no tuve que estudiar más, aunque le pedí entrenarme de todas formas. ¿Sabes lo que hizo al día siguiente? Elevó una rampa. Y mucho más arriba, otra. Me obligó a subir a la que estaba más alta, y saltar desde allí. El proceso fue parecido, salvo que en esta ocasión no me costó tanto, porque tenía la confianza del salto anterior. Era más fácil, sí, pero lo había hecho. Salté, y me agarré con una mano, pero no con la otra. Me hice un desgarre horrible, sangraba y dolía como pocas cosas que haya visto en este mundo, y sabes que he visto muchas ,pero él me curó. Me llevó a dentro del fortín y allí me sanó en un momento. Sólamente quedó esta fea cicatriz. Al día siguiente volví a saltar. Pensé que si en mi primera vez casi lo había conseguido, no podía ser tan complicado. Y lo hice bien. Más o menos. Las primeras veces saltaba y me costaba recuperar el equilibrio, así que siempre terminaba cayendo, pero sabía que podía dominarlo, y lo terminé haciendo.

¿Que qué te quiero decir con esto? Que la confianza es la clave. No me mires así, renacuaja. Está claro que hay más cosas, pero una persona con confianza en sí misma vale oro. Y algún día, créeme, te darás cuenta.


Khaelara  Dl Khal'Ashamaid
Los Ecos de la Venganza


Carlos Garrido